domingo, 7 de agosto de 2011

El sol y la luna se fundieron sin miedo en tus ojos y para encender a esos ojos el pecado es el que más te ayuda le agradezco a mi santo el de los que no se creen ninguna por haberme engañado otra vez y dejarme a tus pies como un ciego que busca y encuentra después de perderse hasta enloquecer.

Sería una real pena no volver a tocarte otra vez.

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